martes, 12 de julio de 2011



Y dejo que caiga, mi corazón,
y según cayó, tú apareciste para reclamarlo,
está muy oscuro, y yo estaba acabada,
hasta que existe mis labios y me salvaste,
mis manos, eran fuertes, pero mis rodillas eran demasiado débiles
como para sostenerme en tus brazos sin tener a tus pies.




Pero prendí fuego a la lluvia,
y la vi caer, mientras tocaba tu cara,
ardió mientras yo lloraba,
porque la escuché gritando tu nombre,
gritando tu nombre.

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